Metódico, perfeccionista y todo un apasionado de los automóviles clásicos americanos. Ronen Zlotogoura, con décadas de experiencia en la reparación de carrocerías a sus espaldas, ha mostrado este fin de semana la última de sus grandes obras en ClassicAuto Madrid. La colección en la que más pasión y esfuerzos ha depositado durante los últimos años, y la que resume su modo de entender el arte de pintar lienzos y carrocerías con el aerógrafo.
Aerografía: un mundo por descubrir
Creció y se formó como profesional de la reparación de carrocerías en Londres, actividad que pronto compaginó con trabajos de aprendiz en talleres de chapa y pintura. Pero la casualidad quiso que un buen día se encontrara en su camino con una revista de aerografía que corrió a comprar antes de que otro alumno se le adelantara, confiesa. “Era algo nuevo, desconocido, y muy atractivo. Me fascinó desde el primer momento, y compré mi primer aerógrafo, un modelo muy económico, no muy bueno, con el que poder empezar a experimentar esta técnica tan fascinante. De hecho, no tenía dinero para el compresor, así que con un neumático viejo, cuya válvula adapté, logre acabar mi primer trabajo... tras varios viajes a la gasolinera para volver a inflar la cámara del improvisado compresor. Un dibujo pequeño que conservo y que enseño ahora a mis alumnos cuando acaban su primera obra y piensan: ¡Qué horror!. La mía tampoco era perfecta”, se sincera.
Mientras acababa sus estudios, y trabajando ya como aprendiz en talleres en Inglaterra, siguió perfeccionando sus habilidades con el aerógrafo. “Pero la verdad es que fue difícil -asegura-. La aerografía era una disciplina poco conocida, y los precursores muy celosos de su trabajo y su técnica, quizás por miedo a la competencia. Y no solo en Reino Unido, también en España. Además, no contábamos, como hoy, con la ayuda de Internet o YouTube. Tuve que aprender solo. Por mi mismo. Probando distintas pinturas, distintas técnicas, y pintando muchos cascos de la basura”, confiesa.
Un pequeño paréntesis
Tras haber acabado su formación, Ronen decidió recorrer el mundo durante un año. Doce meses para conocer otros lugares sin depegarse del todo de la que ya era su gran pasión: la aerografía y la pintura. “Estuve 7 meses en Australia, recorriendo el país. Y, a modo de diario, contaba con un didgeridoo en el que iba plasmando con unos pinceles las impresiones que cada pueblo, que cada ciudad, me transmitían. Era mi particular cuaderno de bitácora, en el que gracias a un sencillo kit de pintura, como el que usan los escolares, podía recoger mis vivencias fuera de casa, tal y como continué haciendo después en Nueva Zelanda. Pero durante todo este periplo, no dejé de pensar ni un solo segundo en mi aerógrafo. Al concluir mi año de viaje, lo tenía claro. La aerografía era mi vida. Estaba deseando regresar a Inglaterra para dedicarme a ello profesionalmente. Y así lo hice”.
Camino a España
“Tras regresar del viaje, decidí cambiar de aires y dedicar un mayor tiempo a la aerografía. ¿Y por que no hacerlo en España, pensé? Aprovechando una mudanza a la casa familiar en Alicante, me lo planteé. Y a las dos semanas de hacerlo ya tenía trabajo en un taller Ford de Torrevieja. Poco a poco las cosas fueron rodando. Mejoré mi español y seguí desarrollándome en el campo de la aerografía, dando a conocer mi habilidad, haciendo trabajos y arreglos para los amigos de una tienda de motos fuera de la jornada laboral, encargándome de la decoración de algún casco... mi sueño se convertía en realidad. Tanto fue así que tiempo después el volumen de trabajo derivado de la aerografía era ya mayor que el tiempo que dedicaba al taller”.
“Paralelamente fui dándome a conocer en concentraciones de motoristas, perfeccionando mi técnica y dedicando más tiempo a la aerografía. Así hasta llegar al momento actual, en el que compagino mi afición por el aerógrafo con la enseñanza de esta disciplina a alumnos llegados de todas partes. Uno de ellos, Jose A. Santos Pastrana, un reconocido artista al que también he introducido en esta técnica, fue precisamente quien me animó a cambiar de lienzo, a plasmar mi arte, y mi pasión, en otro tipo de soportes distintos a las motos o los cascos. De este modo es como comienzo la serie de cuadros hiperrealistas sobre vehículos clásicos que he presentado en ClassicAuto Madrid.
Vehículos clásicos hiperrealistas con pintura PPG
Cartón, metal, lienzo... la obra que Ronen Zlotogouraha presentado este fin de semana en ClassicAuto Madrid es parte de un sueño que cobra vida día a día. Sus trabajos sorprenden por el nivel de detalle, por su acabado, por su realismo. Parecen fotografías, pero son obras maestras de la aerografía realizadas con esmero, destreza y todo lujo de detalles para sorprender a quien las contempla. Realizados con pintura PPG, los automóviles que plasma Ronen parecen a punto de salir del lienzo. Pero, ¿por qué PPG?
“Después de probar distintas marcas de pintura, descubrí PPG gracias a mi distribuidor de confianza. Por mi trabajo, por mi proyecto, necesito una pintura de calidad, que garantice la máxima durabilidad, y colores: muchos colores. Colores vívidos, intensos, capaces de transmitir algo, emociones, a quien los contempla. Y que garanticen una correcta aplicación. Colores tan impresionantes y vibrantes como el rojo de este camión -señalando a una de las obras expuestas-”.
“Los trabajos aerográficos requieren precisión. Calidad. Esfuerzo. No te la puedes jugar. Cada una de mis obras conlleva una inversión, en términos de tiempo, muy importante. Por eso, con la pintura solo elijo lo mejor”.
Proceso creativo
“Lo primero es elegir el motivo. Hago fotos en concentraciones, y después selecciono aquellas que más me gustan en función del encuadre, del modelo, etcétera.
Una vez elegido el motivo, llega el momento de plasmarlo en el soporte elegido. Si es metal, se imprima, lija y aplica la base. Normalmente blanco para explotar al máximo el potencial de los colores PPG. Posteriormente se plasma el boceto y a continuación llega el momento de aplicar el color a mano alzada”.
“Las obras llevan entre 6 y 8 capas de barniz, y cada 2 ó 3 capas su correspondiente lijado para quitar imperfecciones y matizar el cuadro. Además, y dependiendo de si el acabado deseado es brillo o mate, el último lijado se hace con una lija muy fina”.
“Es fácil entender que un trabajo tan laborioso necesite de productos de la más alta calidad. Además de los colores PPG, utilizo barnices de la misma marca porque con el tiempo he comprobado que ofrecen la máxima calidad. ¿Imaginas cómo te sienta que al acabar tu obra haya imperfecciones debido al uso de productos con un rendimiento pobre? Afortunadamente, eso no me ocurre con las lacas PPG”.
“Como profesional de la carrocería, y como artista, he probado distintas marcas y productos. Después de años de experiencia, sé que los colores y lacas PPG, tanto por rendimiento como por aplicación y resultados, satisfacen perfectamente las necesidades que tengo como artista. Por ello, para mis obras, para conseguir ese resultado tan realista, confío en PPG y mi destreza con el aerógrafo”.
¿Quieres conocer la obra de Ronen Zlotogoura?